En una de estas noches
de insomnio y de casualidad me encontré en Netflix, con la película “El Rey” sobre
Enrique V de Inglaterra y basada en las obras de Shakespeare Ricardo II,
Enrique IV y Enrique V. Sé que ya se han hecho algunas versiones de Enrique IV,
incluso una ellas ganadora de un Oscar (Laurence Olivier 1945) pero debo decir
que esta me encantó.
Me gustó la historia
de este rey, conocido como el rey Hal, que había renunciado a todos sus
privilegios de la familia real por estar en franco desacuerdo con su padre
Enrique IV, quien se había convertido en un tirano después de haber usurpado el
trono a Ricardo II; y que no obstante su rebeldía y desapego al poder, este
contestatario Príncipe de Gales, debió asumir el trono como Enrique V. Como es
usual en los personajes de Shakespeare, me conmovieron sus valores, sus
contradicciones, su victoria en esa batalla de Agincourt que le dio el triunfo
definitivo en la guerra contra Francia, y odié pero comprendí que se hubiera
convertido en un guerrero. Me convenció su sentido práctico cuando aceptó
casarse con Catalina de Valois, hija del rey Carlos VI de Francia, con el fin
de unir esos reinos, a pesar de las exigencias de la futura reina. Es una
lástima su temprana muerte, antes de cumplir los 34 años, pues quizá hubiese
sido un gran rey.
Me gustó también por
la actuación del neoyorkino Timothée Chalamet. Definitivamente creo este joven
será un grande del cine, y es posible que en la temporada de premios que se
avecina, sea nominado o se alce con alguno de ellos como ya lo hizo con Call
Me by Your Name. La expresión de su hermoso rostro, la forma de transmitir
sus emociones, sus silencios, son impactantes y me atrevería a decir que este
papel lo consagra como uno de los mejores de esta generación que viene
punteando (23 años). Otras actuaciones son destacables y al final podemos ver a
la otra joven Lily-Rose Depp, en el papel de Catalina de Valois, sin que nos
alcancen los pocos minutos para calificar su aparición. Habrá que seguirle los
pasos.
Y me gustó esta cinta porque,
dado el momento político que se vive en Colombia y América Latina en general,
nos recuerda cómo el ser humano siempre ha vivido y justificado las guerras y
sus horrores, que se inician en su mayoría por motivos ilegítimos pues obedecen
a la desmedida ambición del gobernante de turno por ampliar sus territorios y
sus súbditos, con el fin de ejercer poder sobre ellos y sacar el máximo
provecho para sí, sus familias y allegados. Nos trae a cuento que muchas guerras se inician por mentiras para proteger intereses mezquinos y el horror de los niños en esas guerras. Y nos muestra que el abuso de
poder, las intrigas, la corrupción, el aprovechamiento por parte de unos pocos,
son consustanciales al ejercicio del mismo desde tiempos inmemoriales y
permanecerán así mientras el hombre sea hombre. Y también nos prueba, una vez
más, que esos gobernantes que pasan el juicio de la historia, lo hacen por
estar al lado de sus pueblos, por sentir y demostrar compasión por los
desfavorecidos y los oprimidos, en contraposición con los otros que terminan
como tiranos o locos de poder como en este caso Enrique IV de Inglaterra o
Carlos VI de Francia. Muchas claves, para analizar nuestros países y poder
vislumbrar quiénes tendrán el privilegio de trascender estos tiempos y quiénes
serán solo los locos embriagados de poder que si acaso serán recordados por sus
crímenes y fechorías.
En fin, buena película
para reflexionar, repasar la historia de Inglaterra y volver a Shakespeare para
ver si logramos descifrar estos convulsionados tiempos.