11 de junio de 2022

El país de mis sueños

 Yo no sé si este sea eso que llaman el lado correcto de la historia. Espero que sí. Pero a estas alturas del debate presidencial en Colombia, y destapadas todas las cartas, de lo que si estoy segura es que en este lado me siento tranquila, con gente que despierta mi admiración y con mucha esperanza. Y hablo de Petro y de Francia Márquez.

Creo que su programa de gobierno contiene las ideas liberales de izquierda o progresistas que comparto plenamente. Petro no es el hombre de extrema izquierda o comunista que nos han querido vender, y si así lo fuera no me daría miedo. Coincido y respeto a muchos intelectuales de izquierda y comunistas, que con su pensamiento han acompañado a un sinnúmero de gobiernos que han tenido éxito en el desarrollo de sus países y en el bienestar de sus sociedades. No estoy de acuerdo con esa visión de que con los gobiernos de izquierda nos volveremos como Venezuela, porque considero que los sufrimientos y necesidades de ese pueblo y el de los cubanos, tienen una explicación mucho más compleja que las ideas políticas de sus gobernantes. Por el contrario, la izquierda ha gobernado en periodos diferentes países como Francia, España, Italia, Suecia, Nueva Zelanda, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador, por solo mencionar algunos pocos, y sus resultados han sido tan buenos o mejores que los obtenidos por los gobiernos conservadores, para no mencionar a China, hoy por hoy, disputándole a EEUU el primer lugar como potencia mundial.

Debo decir que a mí y a mi familia nos ha ido bien en estos gobiernos colombianos y quizá se espere que votemos para que nada cambie. Pero no en mi caso, porque me fue inculcado como valor que el bien general está por encima del particular y por ello el “Soy porque somos” es mi credo. Y porque como dice la periodista Ana Cristina Restrepo, considero que votar es una acción individual con efecto colectivo, y votaré así porque quiero que los otros tengan las mismas oportunidades que yo he tenido y porque cada día recuerdo que en este país hay 21 millones de ciudadanos que viven en la pobreza, somos percibidos como uno de los países más corruptos del mundo, más violento, más desigual, con más desplazados, líderes sociales y ambientales asesinados y un etcétera que realmente no me deja dormir tranquila. Porque no quiero que nadie tenga que volver a hacer campaña política arriesgando su vida detrás de escudos y con chaleco antibalas, como les ha tocado a Petro y a Francia Márquez.

Colombia necesita un verdadero cambio. Y el que proponen Petro y Francia no me asusta ni creo que representen un peligro para nuestra maltrecha democracia, cuyos cimientos tambalean hoy más que nunca con este gobierno-desgobierno de Duque. Sus propuestas contienen reformas necesarias para mejorar la calidad de vida de tantos colombianos que hoy sufren y que están en su derecho de exigir un mejoramiento de sus condiciones y oportunidades, y que de no atenderlos prontamente provocarán una explosión social inmanejable con efectos impredecibles.

Para el manejo de la economía, a mi juicio, Petro y Francia están bien asesorados y confío en que cada cambio se haga sin comprometer la estabilidad económica del país. Espero que su paso por la Alcaldía de Bogotá y los años posteriores, llenos de dificultades y persecuciones, le hayan enseñado a Petro, a escuchar de verdad esas voces diferentes.  Y me parece que su propuesta relativa a la transición energética tiene más puntos en común con el plan estratégico de Ecopetrol de lo que muchos piensan. 

Comparto también los principios y valores que ellos representan pues en el caso de Petro se ha jugado su vida denunciando la corrupción, y fue a partir de sus denuncias que se destaparon la parapolítica, chuzadas del DAS, falsos positivos, ODEBRECHT y el carrusel de la contratación. La lucha contra la corrupción no es gritar “voy a acabar con los corruptos” si no demostrarlo con hechos y datos y con el ejemplo.

Considero un tanto torpe esgrimir el pasado guerrillero de Petro para no votar por él, pues entregó las armas hace 32 años y desde entonces ha cumplido el compromiso firmado. Pepe Mujica también lo fue y hoy es innegable su liderazgo. No me cabe duda de que en un eventual gobierno del Pacto Histórico se respetará y mejorará la Constitución del 91 y que se implementarán los Acuerdos de la Habana, incluido el ejercicio de Memoria Histórica, iniciado por Gonzalo Sánchez y su equipo y que se ha puesto en alto riesgo en este gobierno en las peligrosas manos de Darío Acevedo. 

También sé que si ganan, no podrán cumplir todas sus promesas, estaré en desacuerdo con algunas de sus decisiones y manejos, pero le apuesto a un proyecto de país de largo plazo. Así como admiro a muchas personas de su equipo, no me gustan otras y no comparto los ataques viscerales de algunos petristas en las redes sociales, pero yo voy por un modelo de país y no por odios o amores de quienes están en esta campaña.

Soy una convencida de que cada cual debe votar por el que le parezca, y respeto profundamente esa decisión porque cada uno de nosotros ha tenido unas vivencias distintas, una educación, unas lecturas, un credo y unas costumbres diferentes que han ido forjando nuestro carácter y determinando nuestros principios y valores y con base en ellos votamos.

No pretendo convencer a nadie. Solo quiero compartir mis reflexiones y quizá le sirvan a alguien para confrontarse y reafirmarse o tal vez cambiar su decisión.

En lo que a mí respecta es la primera vez que en política me siento a gusto y con esperanza. Porque así no ganen Petro y Francia Márquez, considero que hay un proyecto colectivo de país, construido desde diferentes visiones, donde hay un profundo respeto por el elector a quien se le explica cada propuesta desde la razón y no desde la emoción.

Por este modo de hacer las cosas y por ese proyecto voy a votar y si no ganan, será para mí un sueño de país por el que vale la pena seguir luchando.