Por estos
días volvió a mencionarse en las redes sociales el llamado de atención que hace
la Real Academia Española (RAE) al uso, a su juicio inapropiado, del “todos y
todas” y en general sobre el desdoblamiento artificial del lenguaje con el fin
de evitar el sexismo.
Leí el
documento que dio origen a la recomendación de la RAE, elaborado en 2012 por Ignacio
Bosque, llamado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer” aprobado en
forma unánime por los académicos, entre ellos Luis Goytisolo y Arturo
Pérez-Reverte. En general debo decir que comparto su contenido.
Reconozco
la existencia del lenguaje sexista y excluyente utilizado de manera abierta o
con mucha astucia por aquellos que ven en el machismo una forma de perdurar su
poder y también por aquellas que sacan réditos de ese machismo (recuérdese la
senadora Liliana Rendón: si me pegó fue
porque yo me la gané)
Al igual
que Teresa Cabré (El Sexismo que ocultan las palabras), considero que el sexismo no es un problema gramatical sino
social y que la gramática evoluciona sin necesidad de forzarla artificialmente.
No creo que
la esencia de la lucha por la igualdad de género esté en desdoblar el lenguaje
artificiosa y ridículamente en femenino y masculino o usando sistemáticamente
palabras neutras para evitar el sexismo y menos en nuestro día a día.
Particularmente
nunca me he sentido discriminada por el lenguaje porque desde siempre entendí el
uso del masculino como genérico en el idioma castellano. Ya de por sí me parece
extraño el desdoblamiento en lo que hace a las profesiones aceptado por la RAE.
En los sustantivos neutros no veo la necesidad de decir jueza, presidenta,
gobernanta si hubiéramos podido decir sencillamente la juez, la presidente, la
gobernante. Para eso son los artículos determinantes ¿o no?
Tiene razón
la RAE en la nula practicidad del desdoblamiento genérico pues sería agotador
hablar de esta manera y para la muestra este párrafo que encontré en Internet:
Señores y señoras,
estamos hoy reunidos, profesores y profesoras, para iniciar unas conferencias
donde todos y todas, miembros y miembras, podamos opinar…
Tampoco
creo que se trate de usarlo de manera rigurosa en los textos o alocuciones
oficiales y si no miren la dificultad para leer este fragmento de la
constitución de la República Bolivariana de Venezuela citado en el informe de
Bosque:
Sólo los venezolanos y
venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad podrán ejercer los cargos de
Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o
Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o
Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal
Supremo de Justicia, Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral,
Procurador o Procuradora General de la República, Contralor o Contralora
General de la República, Fiscal General de la República, Defensor o Defensora
del Pueblo, Ministros o Ministras de los despachos relacionados con la
seguridad de la Nación, finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores o
Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de los Estados y Municipios fronterizos y
de aquellos contemplados en la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional.
Creo que
las recomendaciones para evitar el sexismo en el lenguaje son válidas, pero se
deben seguir solo en determinados contextos y para hacer énfasis en ciertas situaciones, nunca de manera sistemática.
En mi caso,
prefiero gastar toda mi energía en conquistar la igualdad salarial, la igualdad
de oportunidades para acceder a los cargos de responsabilidad, trabajar para
que se acabe la violencia doméstica, los brutales feminicidios, apoyar a las
madres cabeza de familia, educar a los hijos en el trato igualitario e
incluyente sin distinción de géneros y con mente abierta frente a la
diversidad. O lo que es más básico, en Colombia, seguir educando a muchos
señores que de manera increíble no han derogado de sus mentes la potestad
marital, no obstante que la Ley 28 de 1932 le dio plena capacidad civil a la
mujer para disponer y administrar los bienes de su propiedad, sin limitación de
ninguna especie.
Por ahora y
mientras la gramática sigue su curso normal, prefiero decir “yo pienso” y no
“una piensa” y no me sentiré una “miserabla” por negarme a implementar este
lenguaje artificial pues en estas épocas del postconflicto en Colombia
terminaríamos hablando de los actores y
las actrices del conflicto armado.
Brutal!
Margarita Obregón
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