Tuve el
privilegio de conocer a Carlos Raúl Yepes, en un taller que organizó la
Universidad Javeriana en el año 2013 para lanzar el programa Ética para Directivos.
Lo observé
detenidamente y me impresionó su sencillez, sus intervenciones que denotaban
siempre su preocupación por el crecimiento de los seres humanos, y por su
entusiasmo en temas de gobierno corporativo, responsabilidad social y ética.
En los años
que siguieron estuve pendiente de su estilo de liderazgo ya que Ecopetrol,
empresa en la que trabajaba para ese entonces, lideraba en Colombia todas las
mediciones en los mercados de valores, en especial las de reputación, pero
desde la llegada de Carlos Raúl (así le gusta que lo llamen) Bancolombia
siempre iba pisándole los talones a la petrolera en todas las listas. Todos en
mi equipo sabíamos que al primer descuido este primer lugar sería para
Bancolombia y su CEO.
Con su campaña
de “le estamos poniendo el alma” Yepes transformó la cultura interna del banco
y se modificó también la actitud de los empleados frente a todos sus grupos de
interés y así marcó la diferencia que le permitió no solo alcanzar sus metas si
no el reconocimiento nacional e internacional. Continuamente cada logro y cada
anécdota que me llegaba de su comportamiento y trato hacia la gente sin
distingo de condición o clase, me hacía pensar que este señor realmente era un líder
y no solo un gerente.
Y la renuncia
la semana pasada a su cargo de Presidente del banco más grande del país, solo me
confirmó lo que sospechaba. Porque es de líderes tener el buen juicio para, a
la hora de escoger, privilegiar el crecimiento y nuestra plenitud como seres
humanos que el crecimiento de nuestras posesiones materiales.
Con su
actitud nos demostró que no se deja tentar por las mieles del poder, no se
desvela por ser el centro de atención de todas las reuniones, no se muere por
tener cientos de personas a su servicio, no lo descrestan viajes, carros, guardaespaldas,
ni una vida social agitada, ni figuración nacional e internacional al más alto
nivel.
Escogió la
vida sencilla donde los aplausos y reconocimientos se los darán solo su mujer y
sus hijos. ¿Sería difícil su decisión? Claro que lo fue. Aquí no se trata de un
señor millonario que se va a disfrutar de sus riquezas porque estaba aburrido
con su insoportable trabajo que lo agobiaba, como algunos tontos creen. No,
deja un trabajo que ama, que le apasiona y que lo compromete y que también le
da felicidad porque le da sentido a su vida, pero sabe que el disfrute de las
cosas simples lo llenará por completo. Lo demás vendrá o no vendrá y eso no le
modificará su vida.
Y personas
que piensen como él son los líderes que le hacen falta a este país. Los que
tienen esa escala de valores. Qué gran lección deja para tantos altos
funcionarios públicos y privados que vemos con frecuencia atornillados a sus
sillas, y que “matan y comen del muerto” con tal de tener unos zapatos Dolce
& Gabbana.
***
Y la otra gran
lección, es la de Gobierno Corporativo que nos da Bancolombia. Cero y van dos.
Cuando renunció Jorge Londoño a la presidencia de este banco, se escogió a
Carlos Raúl Yepes, quien era miembro de su Junta Directiva, de sus comités de
auditoría y riesgos y había sido su director jurídico. Es decir, alguien con un
conocimiento profundo del banco, un verdadero sucesor.
Y ahora
ante la renuncia de Yepes, ya nos anunciaron que el nuevo presidente será Juan
Carlos Mora, Vicepresidente Corporativo de Innovación y Transformación digital
del Banco. Esto significa que la entidad tenía un plan de sucesión y llega a
administrarla alguien que la conoce y sabe su rumbo.
Con esto Bancolombia
nos demuestra que aplica con rigor las mejores prácticas mundiales y normas de
Gobierno Corporativo. Y de ahí su éxito asegurado.
Mucho tendrán
que aprender los gobiernos nacionales y distritales que administran las
empresas estatales inscritas en bolsas de valores. Aquí cada torero no puede llegar
con su cuadrilla, porque ello implica el retroceso de las empresas que con cada
gobierno parten de cero. ¡Qué desgaste y qué sobrecostos!
Muy triste
el reciente caso de la ETB, y el desconocimiento de la empresa que ha
demostrado Jorge Castellanos, su nuevo gerente, frente a la realidad de la compañía.
Si Peñalosa quería cambiar a Saúl Kattam, por cierto de excelente gestión,
debió respetar el plan de sucesión si lo había, y si no, debió preparar a
Castellanos y convertirlo en su sucesor.
¡Qué contraste!
Pero bueno, al menos estas lecciones de
Carlos Raúl Yepes y de Bancolombia me permiten pensar que eso de la Ética
empresarial y el Gobierno Corporativo no solo es carreta.
Margarita Obregón
Excelente comentarios de lo que deberían aplicar nuestras empresas industriales del estado.
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