23 de abril de 2017

Pánico a la verdad

Lo presentíamos, lo deducíamos, se les notaba, pero para muchos aún no era tan claro. Ahora ya no quedan dudas.

El principal motivo de los enemigos del proceso de paz con las FARC, no es el “castro-chavismo” ni la entrega del país a esta guerrilla, ni a los ateos ni a los homosexuales. Ellos saben perfectamente que esto no es cierto ni será posible en este país de derechas y de fanáticos religiosos. Su pánico, su terror, por el cual son capaces hasta de aliarse con el mismísimo demonio personificado en Donald Trump, es el miedo a la verdad.

A esa verdad histórica de la cual nos hemos venido enterando poco a poco, desde la Ley de Víctimas y gracias al Centro Nacional de Memoria Histórica CNMH. Sin embargo, aún falta mucho por aclarar y en muchos casos esta verdad no ha alcanzado a los autores intelectuales, a los instigadores, ni a los financiadores de la guerra y sus atrocidades.

Portada del informe Basta ya 

Por ello la Justicia Especial para la Paz JEP, tiene como premisa el esclarecimiento de la verdad en los crímenes que se cometieron durante la guerra y el reconocimiento de responsabilidad para obtener sus beneficios.

El pánico a esa verdad, es lo que ha llevado a los opositores del proceso a esgrimir el argumento de que ellos quieren “paz sin impunidad”, pero no hay tal. Para los desmovilizados de las FARC, ya acusados y responsables ante la opinión pública de lo que cometieron y lo que no cometieron a lo largo de los 50 años de conflicto, es una oportunidad de pedir perdón, esclarecer la suerte de los secuestrados y demostrar su seriedad en el paso de la lucha armada a la lucha política. Pero para aquellos dueños desde siempre del poder económico y político que no han hecho otra cosa que manipular la verdad a través de sus medios de comunicación, el precio es demasiado alto porque la ciudadanía les viene comiendo cuento hace muchos años. Y aceptar su responsabilidad en esta guerra significaría su descrédito y la pérdida del poder al que son adictos.

Muchos de sus antiguos aliados, que pagan hoy sus condenas, han visto las bondades de la JEP y han empezado a confesar la comisión de delitos con su complicidad y por eso tienen razón en sentir pánico estos enemigos de la implementación de los acuerdos de paz.

Y qué daño el que le harían al país si logran su cometido de mantenernos engañados y manipulados.

Los familiares de los desaparecidos tienen la necesidad imperante de conocer su suerte, quién ordenó su desaparición, su muerte, dónde están sus cuerpos. Los allegados de aquellos que fueron ejecutados dizque por terroristas, secuestradores, o narcotraficantes, solo por pensar diferente, necesitan reivindicarlos ante la sociedad. Y ellos solo pueden superar este dolor y hacer desaparecer sus sentimientos de venganza, si conocen la verdad de lo sucedido.

Las víctimas han reiterado que no les importa tanto que los victimarios paguen cárcel como conocer esta verdad, que resulta vital para que se produzca el perdón y las heridas empiecen a sanar.

Por eso hoy más que nunca debemos defender el trabajo que ha venido desarrollando el CNMH y su filosofía original.

El gobierno se ha equivocado al modificar la estructura del CNMH y añadir a su Consejo Directivo al ministro de Defensa, mediante el Decreto 502 de 2017. La Ley de Víctimas estableció que no habrá memoria oficial, y esta modificación puede ser un palo en la rueda para la autonomía académica e investigativa que requiere el CNMH.

Esta entidad ha cumplido su misión pues ha trabajado en una memoria que dignifica a las víctimas y así debe continuar. Se requiere, como ya lo piden muchas voces, que se amplíe la participación de las víctimas en su Consejo Directivo, no del Estado, pues, como lo han expresado sus directivas, su voz es el elemento central de la construcción de memoria histórica en Colombia.

Defendamos nuestro derecho a la verdad construida de manera colectiva, con las diferentes visiones de las víctimas, para poder entender la guerra, recuperar nuestra dignidad como seres humanos y lograr la anhelada reconciliación. Solo así podremos evolucionar como sociedad.



Margarita Obregón








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