13 de enero de 2019

Ilusiones para tiempos sombríos


Por estos días, para no decir por estos años, muchos colombianos nos sentimos agobiados con todo lo que sucede a diario en nuestro país, y con frecuencia nos ronda la idea de abandonar estas tierras, desconectarnos totalmente para olvidar tanta injusticia y tanta canallada a nuestro alrededor y ante las cuales solo tenemos nuestra impotencia.

Y es que quien no pierde la esperanza en un país donde el presidente, a quien le dimos el beneficio de la duda, se ha convertido en el hazmereir de tirios y troyanos, su lucha contra la corrupción parece ser solo de palabra, los asesinatos de líderes sociales que ya huelen a genocidio, aumentan, los paramilitares han regresado a sus antiguos dominios, los crímenes contra los menores no se esclarecen, sin mencionar las amenazas contra los periodistas y contra la protesta social, que presagian tiempos aún más oscuros.

Y cómo no ser el adivino de más desgracias, si el Presidente está secuestrado por las exigencias de su propio partido, que tiene claro su objetivo de devolver las cosas al lugar donde siempre han estado, para lo cual se han propuesto “hacer trizas los acuerdos de paz” controlando con sus alfiles más recalcitrantes las agencias del Estado cruciales para ello, y haciéndose los del vista gorda ante la tragedia humana que vivimos a diario, con el fin de que los que siempre han detentado el poder y la tierra, lo sigan haciendo de la misma manera y solo en su propio beneficio. Y en este propósito acompañados de lo que queda de los rancios partidos que no se resignan a perder sus beneficios, con una manada de fanáticos formada por ellos y unos ilusos electores que aún creen en sus promesas de discurso lleno de lugares comunes que nunca cumplen.

Pero hay una luz que se percibe cuando entendemos que los cambios llevan un tiempo que quizá no sea el nuestro, y que, en medio del caos, existen y surgen motivos para vislumbrar que es posible una transformación de nuestra sociedad. Y qué mejor remedio para nuestro desasosiego que encontrar esos motivos que nos inspiren para seguir actuando en busca de un mejor país.
Cómo no buscar inspiración en nuestros hijos, sobrinos y nietos para luchar por un mundo mejor. Y cómo no encontrar esa fuerza en cientos de comunidades colombianas que se han sobrepuesto a todas las violencias a pesar de sus muertos, o tal vez por ellos, para luchar por sus derechos, por la posibilidad de vivir dignamente y hoy buscan la verdad e impulsan proyectos de vida a las que sería imposible darles la espalda por nuestra desilusión y desesperanza.

Karina Valderrama, Santiago Caicedo, Álex Flórez, Alejandro Palacio y Jennifer Pedraza.Foto: Rodrigo Sepúlveda / EL TIEMPO


Y qué gran motivo de inspiración son esa nueva generación de líderes que nos están demostrando que son capaces de resistir y conseguir lo querido.

Y me refiero a los estudiantes que, a pesar de los señalamientos, infiltraciones, el ESMAD de siempre, la indiferencia del gobierno, amenazas de muerte, lograron un acuerdo con el gobierno que no solo aumentó el presupuesto para 2019 si no que permite fortalecer y definir una ruta para la educación superior pública del país en los próximos años. Y ahí siguen atentos como guardianes del pacto y promoviendo otras causas que a todos nos convocan como el exitoso plantón para exigir la renuncia del fiscal. Cómo no destacar y cómo no creer en una Jennifer Pedraza, en un Alejandro Palacio o en un Alex Flórez, que con su liderazgo le han dado sopa y seco a políticos, periodistas y contradictores y nos han enseñado a no desfallecer y que sí se puede, sin destilar odios y si con mesura y argumentos que entendimos y nos hicieron abrazar la causa de los estudiantes que rugen como los vientos cuando les meten al oído sotanas y regimientos.


Y me refiero también a esos activistas jóvenes que he conocido a través de Twitter como el caso de Mafe Carrascal, que emprendió la protesta contra el grupo Aval por los casos de corrupción de su socio Odebrech y toda la horripilante trama en la fiscalía, con contundencia y sin amedrentarse. Las amenazas y ataques no se han hecho esperar y provinieron primero de la vicepresidenta de la República, luego del Superintendente Financiero, y alguno que otro profesor despitado o a la orden de “Luis Carlos” que la acusaron infundadamente ante la fiscalía de causar pánico económico, cuando ni lo uno ni lo otro, pues si lo hubiera, ese sería causado única y exclusivamente por la mala reputación del grupo empresarial. Y esta joven se ha mantenido en su lucha ahí, con argumentos, y con un valor envidiable, a sabiendas de los monstruos de poder a los cuales se enfrenta. Cómo no tener esperanza viendo a esta guerrera.

Y si estamos con los “ojos abiertos y los oídos despiertos” seguiremos descubriendo jóvenes de su talla. Nada mejor entonces en estos tiempos sombríos que seguirlos, acompañarlos en sus luchas, aprender de ellos y renovar nuestra esperanza.











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