27 de enero de 2025

Los dos hombres de mi vida

 

Por Margarita Obregón


Siempre tuve un infinito miedo a la muerte, a la propia, pero en especial a la de mis seres queridos. Y siempre eludí hablar del tema porque era tal el pánico que me producía que era mejor dejar ese león dormido, y decía yo, era mejor no atraer esas malas energías.

Cuando Germán enfermó el año pasado, y sin tener la más remota idea de su gravedad, conocí por esos días una siquiatra geriatra a quien le dije que pronto iría a su consulta porque definitivamente yo no estaba preparada para la muerte de mis seres queridos, que aún veía lejos. No sabía yo en ese momento que 20 días después estaría enfrentando la muerte de Germán, y que me tocó procesarla sin preparación alguna.

En pandemia y como consecuencia de ella perdí a mis tíos y aunque fue devastador, porque ellos hicieron parte fundamental de mi vida, siempre presentes en los mejores y en los peores momentos de ella, y por las condiciones del COVID que no nos permitió despedirnos y ni siquiera darnos un abrazo de consuelo, lo llevé con relativa calma y resignación. Imagino que trataba de ser un ejemplo de fortaleza para mis papás y mi tía Paz que quedó absolutamente sola -perdió su marido, sus 2 hermanas, su empleada de toda la vida y hasta Pirulo su perro- y porque pensé que, dadas las circunstancias y la multitud de historias tan desgarradoras, definitivamente había sido mejor así porque su sufrimiento fue poco, vivieron su vida de manera plena y estuvieron siempre rodeados de amor, respeto y admiración.

Y como si no fuera suficiente con la muerte de mi marido, me tocó también, en este bendito año bisiesto que acaba de pasar, afrontar la muerte de mi papá, que a pesar de haber cumplido 100 años, no deja de ser doloroso, e inesperado, y muy triste por lo definitivo de su ausencia física.

Así pues, este año me tocó despedirme de los 2 hombres de mi vida y convivir todos estos meses con los 2 duelos que agobian, entristecen, abruman, y al mismo tiempo fortalecen el carácter y el espíritu.

Hablé sobre la muerte todo el 2024 con mi familia y con las personas más cercanas, porque como Germán optó por muerte digna, nos enseñó muchísimo con su decisión, para llegar a verla y tratarla como parte de la vida misma y como un proceso natural de nuestra existencia.   Por eso, tal vez, el fallecimiento de mi papá me tomó más serena para asumirlo.

La razón me ha llevado a seguir adelante con mi vida a pesar de que en mi corazón abundan los sentimientos de soledad y abandono, y del dolor y la tristeza que pueden producir la viudez y la orfandad. Solo estoy aprendiendo a vivir sin su presencia física y a relacionarme con ellos de una manera distinta. Y por eso escribo esto, para honrar su memoria reconociendo el legado que me dejaron, que me ha llevado de la mano en estos meses para transitar por este camino, y estoy segura, así será el resto de mi existencia.

Sobre mi papá debo decir que, si hay algo de bondad en mí, sin duda se lo debo a él. Yo no he conocido un ser más bueno. Y no es el lugar común del padre muerto. De verdad yo nunca oí a mi papá pelear con mi mamá, ni con nadie, nunca una furia por algo que lo mortificara y pues ni siquiera un “madrazo” en esos momentos. Me regañó una sola vez en su vida, con razón, y creo que, a algunas de mis hermanas, jamás. Todo le parecía bien, jamás renegó de nada, era el mejor enfermo del mundo, no se quejaba, todo lo soportaba y nos enseñó con su ejemplo -nunca cantaleta- que a todos los seres humanos, sin distingo de clase o condición, debíamos tratarlos con dignidad y respeto. No le gustaba oír que habláramos mal de la gente y por el contrario, los justificaba. Política y humanamente era muy liberal y así nos educó. De un buen humor e inteligencia maravillosos, una capacidad inigualable para lidiar con las matemáticas, a todo le sacaba chiste, y cuando se tomaba sus tragos era aún más divertido. Desde los once años quedó huérfano de padre y madre y a los 13 años empezó a trabajar para sacar adelante a su hermano y a sus primos, también huérfanos. Formó con mi mamá un hermoso hogar y gracias a ellos hemos sido una familia feliz a la que no nos ha faltado nada, y por el contrario hemos sido millonarios en amor y afecto.

De otro lado, Germán llegó para revolucionar mi vida. Desde el análisis y la reflexión y a través de la filosofía, la literatura y la política, le dio contenido a todo eso que yo traía en mi corazón. Aprendí más de él y de sus contertulios que en todos los años de colegio y universidad, y eso que yo era una alumna aplicada. Me abrió un mundo fascinante, en el que coincidimos en infinidad de puntos de vista. De la admiración nació el amor. Fueron 37 años de conversaciones seguidas, intercambios de opiniones, discusiones, y al final casi que nos adivinábamos lo que pensaba o iba a decir el otro, no solo en cuestiones intelectuales, sino en las cosas simples de la vida, comidas, fútbol o algún chisme de farándula. También me enseñó, ese si con cantaleta, la disciplina, el orden, la austeridad, a disfrutar la comodidad, pero a desprenderme de las cosas materiales, a sacarle el mejor provecho a la rutina, a no quejarme de cosas que no valían la pena, pero a reclamar y protestar por mis derechos y por las injusticias, a ser valiente ante las adversidades, porque a otros siempre les va peor, y a tener carácter para decir lo que pienso. Odiaba la debilidad. Si hoy llevo estas ausencias con valor, claro que se lo debo a mis papás que también me lo inculcaron con el ejemplo, pero fundamentalmente a Germán.

Podría seguir llenando cuartillas con el legado que me han dejado los dos hombres de mi vida, y que explican parte de lo que soy. Además, mi papá me dejó una maravillosa familia donde su espíritu está más vivo que nunca y Germán me dejó su huella en mi corazón y en mi cabeza y toda su obra que me acompañan de manera permanente.


Bogotá, enero 20 de 2025

27 de agosto de 2024

Mi feliz regreso al colegio

Recuerdos de Uma y mami

Por Ana María Benavides

Para mi la entrada al colegio significaba un par de cosas: comprar y alistar todo lo del colegio y volver a Bogotá.

Mi ritual consistía en ir con mami (mami de Ibagué) a la 14 a comprar “cacharro” en todos los puestos. Uno por uno los recorríamos y yo me llenaba de aretes plásticos de caritas felices, pulseras neón en todos los grosores y en cuatro colores (fucsia, verde, amarillo y naranja), calcomanías o stickers que guardaba en un álbum para una ocasión especial, moños para el pelo…en fin todos mis accesorios para el año escolar.



También incluía un viaje un poco mas serio a comprar una caja de colores. Yo me moría por tener la caja morada de Prismacolor de colores de doble punta/doble color, esa tan grande que ¡tenía hasta dorado y plateado! Sin duda era la mas cara, así que con mami hacíamos un estudio de mercados por todas las papelerías entre la 14 y la 11 y de la quinta a la tercera. Cuando conseguíamos donde la vendían en mejor precio, llevábamos a Uma para comprarla. Mami era experta en pedir rebaja, así que siempre le sacábamos ñapa en forma de esferos de colores, que al estar prohibidos en mi colegio, eran la envidia de todo el curso.

No solo eran los útiles escolares. También comprábamos lo que iba a llevar en la lonchera. Había una bodega donde uno podía comprar productos Ramo al por mayor y de muy buen precio. Estaba todo siempre organizado por linea de productos. Maicitos, Tostacos, Gansitos, Ponqué gala de zebra, vino, y “normal”, biscochos, panderitos….mejor dicho, ¡el paraíso! Ahí nos aperabamos de un poco de todo para mis loncheras y para “La tienda” pues creo que Uma disfrutaba las galguerías tanto o más que yo.

Habiendo completado las compras, solo quedaba el corte de pelo a manos de Cielito  y empacar el maletín azul que use por años con todo ese menaje.

Así, con la maleta llena de golosinas y compras me devolvía para Bogotá. Nos íbamos hasta el aeropuerto donde siempre y sin falta había un conocido al que Uma saludaba efusivamente con un “qué ha habido hombre” y me recomendaba para el viaje. Seguramente también les decía que yo me portaba bien y no los estaba encartando.
 
La última parte de la despedida siempre era tomarnos algo en la cafetería del aeropuerto donde uno esperaba que llegara el avión de Bogotá. Ahí Uma siempre me daba unos “centavos” que eran bastante más que centavos y yo atesoraba para luego gastármelos en algún antojo de fin de semana en Solferino o en papitas Presto.

Luego, el amigo encargado me daba la mano para subirme al avión y dejar a Uma y Mami despidiéndome desde el otro lado de la reja café del aeropuerto.


Creo que esos años, acompañados de la planeación meticulosa de mi mamá para que a mi llegada tuviera todo nuevo para estrenar con el uniforme y la emoción de comprar los forros de Hojas para los libros y cuadernos (una pinta diferente cada año) hicieron que para mi la época de regreso al colegio fuera algo muy feliz y algo que todavía disfruto mucho, aunque en mi turno no hay que comprar sino el morral y la lonchera 🙃



Nota: Imagino que con la entrada al colegio de Santi llegaron al corazón de Ani todos estos recuerdos.

Palabras de amor para Uma

 Por Ana María Benavides


Yo crecí entre mi casa en Bogotá y la casa de Uma y Mami en la calle 11 #1-20, cerquita a la oficina de Uma para que el pudiera ir a almorzar a la casa y cerquita al Círculo donde aprendí a decir “Agua", seguramente porque él me mostraba las fuentes del parque Murillo.

Uma llegaba con el aguacate para el almuerzo, así el almuerzo fuera pasta, y en medio de su pausa para almorzar yo lo llevaba a mi propio salón de belleza donde le lavaba el pelo entre el lavamanos y le ponía un tarro de galletas en la cabeza para simular un secador de pelo y mientras tanto le hacía una mascarilla en la cara con cuanto producto sacaba de la nevera de mami. Él se dejaba hacer todo y después de semejante ritual de belleza volvía a la oficina!!
Por las tardes nos recogía en su Mirafiori blanco donde la Tita y me llevaba a comer banana split, o empanadas…. y a veces las dos!

Con Uma aprendí a jugar a la araña polla, a hacer cosquillas disfrazadas de “cuando le manden a comprar carne…” a hacer “serios” para después morirse de la risa, a saltar juntos en la “pama de uma” (y de paso destrozar las tablas y el colchón de la cama de mami), o juegos mas responsables como el naipe español, las ternas y escaleras, o rumiq.
Con Uma conocí la felicidad de los productos de oficina pues me apropiaba de todas sus cosas y me podía gastar un paquete de papel carbón y media resma de papel normal en una sola sentada…haciendo dibujos y tarjetas que después le vendía y ¡él y mami me compraban! Yo creo que mis visitas le descuadraban todos sus presupuestos pero él era tan sabio que sabía que esa felicidad no tenía precio y que todos estos años después, esos recuerdos nos iban a llenar de alegría.
A Uma aprendí a admirarle su habilidad supernatural para hacer operaciones matemáticas, para hacer un crucigrama de dos páginas de ancho, y también a reconocer sus debilidades y defectos sin ningún problema. Lo suyo no eran los arreglos de la casa ni las herramientas, y tampoco lo de manejar carro o matar el bicho de turno que se metía en el cuarto. Una vez se metió una cucaracha voladora a la casa y Uma se metió debajo de la sabana conmigo para escondernos de la desagradable bestia, mientras mami y la empleada de turno veían cómo matar al esquivo bicho. Otra vez, lo llamé en pánico pues había una lagartija en la sala y él muy serio me dijo: Digámosle que se vaya.
A Uma todo el mundo lo quería y siempre le llevaban cosas en señal de agradecimiento. Me acuerdo que a veces atendía gente que venía desde lejos en chiva y le traían guayabas, aguacates, lo que hubiera en cosecha; una vez le trajeron ¡un pollo vivo entre un costa!!! Él casi se muere de la risa y pues alguien más se tuvo que encargar del bendito pollo.
Uma nunca dejaba pasar una fecha especial sin que uno se sintiera celebrado. Siempre era la primera llamada que uno recibía el día del cumpleaños y ni qué decir de los aniversarios con mami o las navidades con el árbol lleno de regalos y un sobrecito marcado con el nombre de cada uno.
La inteligencia y el tamaño de una persona no se mide en títulos, se mide en la capacidad de adaptarse y de vivir feliz con lo que uno tiene y en la forma de tratar a los demás, y díganme si se imaginan a alguien mejor que él. Para Uma todo siempre estuvo bien, sin importar la dificultad de la situación, o lo imposible que nos pareciera a los demás. Su fortaleza ante la adversidad es una de las enseñanzas más valiosas y de las más difíciles de aplicar en mi día a día. Como dice mami, somos millonarios de haberlo tenido entre nosotros.
El álbum de mi cabeza y mi corazón esta lleno de recuerdos de Uma y mami. Esos recuerdos que han hecho que así viva a medio continente de distancia, él y mami sean parte fundamental de la vida de mi hijo Santi. Son también esos recuerdos los que nos hacen sonreír en este rato tan difícil.
Uma, gracias y mil gracias por haber sido tú. No existen palabras en el diccionario para describir a alguien tan increíble como tú. Sé que tu regreso a casa fue en jet interestelar, porque solo las almas puras como la tuya tienen ese lujo de ser luz aquí y allá.

Que Dios te bendiga y la virgen te acompañe.

PD: Palabras de despedida para Guillermo Obregón escritas y leídas en la misa de cenizas por su nieta mayor Ana María Benavides, el 13 de agosto de 2024

14 de junio de 2024

Pensamientos nocturnos

Por Ana María Benavides


Para Germán Uribe Bueno y

A Germán lo conocí por allá en 1986. Una tarde que Margara me llevó a su oficina (o por lo menos lo que yo creía que era su oficina). Era la época de Esquina Popular, y de las comidas en La Casa del Tolima. La era en que el Renault 6 de Margara vivía lleno de ejemplares del periódico que me imaginaba que pasaban noches enteras escribiendo o editando.

Germán, siempre rodeado de libros, sacó uno y me lo regalo. Era un libro de cuentos con un dibujo de un niño vestido de overol azul y un sombrero en la portada; admito que los cuentos no eran muy buenos, pero conservé el libro por mucho tiempo…

Pasaba el tiempo y cada vez lo veíamos más y se hacía parte de nuestra vida, nos invitaba a su apartamento en Chapinero donde, en una ocasión, en un cumpleaños de Margara con una comida deliciosa (servida por Don José y su clan de meseros) mi mamá se intoxicó y terminamos en la clínica perdiéndonos del postre.

En ese apartamento, que parecía como de una serie de HBO, hice mi primer trabajo a computador. Germán, al ser un escritor de verdad, siempre estaba a la vanguardia de la tecnología. Yo, en 5 elemental llegaba a su casa a hacer mi trabajo de Cien Años de Soledad con el análisis literario comprado en la Panamericana. El pobre debía pensar que era un sacrilegio, pero igual me prestaba el computador y me hacía comida que me gustaba y me dejaba mostrarle el árbol genealógico de la familia Buendía.

Por esas épocas llego a nuestra vida Alekos. Era una casa en Sesquilé, donde pasamos increíblemente felices. ¡Mi cumpleaños de 4 de primaria lo pase ahí con toda la clase!!! Cada fin de semana íbamos a almorzar y nos devolvíamos al final del día, pasando a la vuelta por El Carajo a comprar algo para llevar de regreso.

En esos años Carlos Vives triunfaba con su disco de la Gota fría, y una vez en la vereda pensaron que Germán había contratado a Carlos Vives para una fiesta porque el equipo de sonido que tenía era tan bueno que ¡sonaba como en vivo!

Germán pasaba el tiempo en su hamaca roja y aunque no hubiera mucho por hacer pasábamos felices. En esa casa Daniela aprendió a bañarse en una piedra que recogía agua como de lluvia, aprendimos todos a sembrar hortalizas, y Germán me enseñó a tomar brandy con la leche recién ordeñada 🥴 y una vez me escribió una dedicatoria en uno de sus libros donde me decía que era una ensalada de cuentos, haciendo alusión a las ensaladas que hacíamos con el producido de la huerta.

Vinieron los tiempos del apartamento de la 90 donde siempre me acuerdo de la limonada especial y la vajilla blanca hexagonal. ¡Era la casa del jacuzzi y el internet!

Tan vanguardista ha sido siempre la casa de Germán y Margara que hasta Misi una vez terminó pidiendo que si podía ir a bajar un archivo que un arreglista le había mandado desde Los Ángeles, y solo se podía bajar por Cablenet (y casi nadie tenía de eso).

Por esas épocas aprendí que uno podía hacer su propia página de internet ¡porque Margara y Germán habían construido una, cuando uno ni se soñaba en conectarse por teléfono!

Muchas veces hicimos almuerzos de sobrinos en ese apartamento, e incluso celebraciones navideñas donde podíamos ver la pólvora desde los ventanales inmensos. En esa misma época Maria José Barraza era vecina de ellos y Germán nos contaba de sus rutinas de ejercicio.

Siempre tendré presente que todos los avances tecnológicos llegaron a mi vida a través de Germán y Margara. El ascensor que aterrizaba directamente en el apartamento, el jacuzzi de muchos puestos, el teléfono en el carro, el televisor de pantalla plana…en fin

Años después, ya cuando yo no vivía en Colombia, German donó esa biblioteca que yo admiraba y que hoy lleva su nombre, y con los primos fuimos a los eventos de inauguración; todavía me siento un poquito parte de ese megaproyecto a través de la Fundación Germán Uribe, aunque en realidad el crédito es de Margara pues yo solo leo las actas y doy las gracias.


Me perdí de la casa de Subachoque donde toda la familia pasó momentos felices, y que tristemente el último recuerdo no es uno del que quisiéramos acordarnos …así que menos mal me quedé solo con el recuerdo de Alekos y Goyo en Sesquilé.

Es imposible evitar que lleguen todos esos pensamientos a mi cabeza, los postres sin azúcar, el Mazda plateado, la trucha en el Club de Guatavita, el amigo Campo Elías donde me llevaban a jugar, el TV cable en los 90s, la biblioteca y la certeza que alguien en la familia podía ayudarme con las tareas de literatura (porque mi mamá todavía no sabe quién es Sor Juana Ines de la Cruz), ¡tener enciclopedia en CD!!, los regalitos para Sergio y Dani, mis “obras de arte” llenado espacios que deberían ser llenados por verdaderos artistas, el cuarto de música con los cassettes de música clásica, la columna en Semana (antes de que se volviera FoxNews nacional), las opiniones sin tapujos en Twitter, ir a la feria del Libro a asegurarnos que Oveja Negra tuviera suficientes cantidades de los libros, el libro recién publicado llegando por correo a mi casa aquí casi en el polo norte, y siempre la generosidad con la que siempre nos ha acogido (tanto que en el “nuevo” apartamento tenía una suite para nosotros).

La distancia he tenido algo que ver en que mis recuerdos recientes no sean tantos como los de mi niñez; aún así, creo que es importante que Germán sepa el profundo impacto que ha tenido en nuestra familia y en todos nosotros; porque esas memorias no solo se han construido a punta de presencia física, también nos ha llenado la existencia con detalles chiquitos que al final hacen que su presencia sea constante así no nos veamos con frecuencia.


Por eso quiero agradecerle por tanto que nos ha dado, por tantos buenos recuerdos, y por aguantarnos estoicamente esa unión familiar intensa, con amor desbordado por la navidad y las cien mil celebraciones de cumpleaños y aniversarios (hasta de la corrida de un catre). Gracias y mil gracias por tanto. Ojalá tuviera fotos para acompañar esta "ensalada de recuerdos", porque seguro le sacarían más de una risa.

Enero 18 de 2024

Nota: Ana María escribió esta "ensalada de recuerdos" sobre Germán, a la media noche, 2 días antes de su muerte y yo le leí el texto tan pronto lo recibí. Le encantó, y con la lucidez que tuvo hasta último momento,  me dijo que lo agregara al final de su diario.

Quise publicarlo a los 5 meses de su fallecimiento y agregar algunas de las fotos que ella añora.

 

11 de junio de 2022

El país de mis sueños

 Yo no sé si este sea eso que llaman el lado correcto de la historia. Espero que sí. Pero a estas alturas del debate presidencial en Colombia, y destapadas todas las cartas, de lo que si estoy segura es que en este lado me siento tranquila, con gente que despierta mi admiración y con mucha esperanza. Y hablo de Petro y de Francia Márquez.

Creo que su programa de gobierno contiene las ideas liberales de izquierda o progresistas que comparto plenamente. Petro no es el hombre de extrema izquierda o comunista que nos han querido vender, y si así lo fuera no me daría miedo. Coincido y respeto a muchos intelectuales de izquierda y comunistas, que con su pensamiento han acompañado a un sinnúmero de gobiernos que han tenido éxito en el desarrollo de sus países y en el bienestar de sus sociedades. No estoy de acuerdo con esa visión de que con los gobiernos de izquierda nos volveremos como Venezuela, porque considero que los sufrimientos y necesidades de ese pueblo y el de los cubanos, tienen una explicación mucho más compleja que las ideas políticas de sus gobernantes. Por el contrario, la izquierda ha gobernado en periodos diferentes países como Francia, España, Italia, Suecia, Nueva Zelanda, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador, por solo mencionar algunos pocos, y sus resultados han sido tan buenos o mejores que los obtenidos por los gobiernos conservadores, para no mencionar a China, hoy por hoy, disputándole a EEUU el primer lugar como potencia mundial.

Debo decir que a mí y a mi familia nos ha ido bien en estos gobiernos colombianos y quizá se espere que votemos para que nada cambie. Pero no en mi caso, porque me fue inculcado como valor que el bien general está por encima del particular y por ello el “Soy porque somos” es mi credo. Y porque como dice la periodista Ana Cristina Restrepo, considero que votar es una acción individual con efecto colectivo, y votaré así porque quiero que los otros tengan las mismas oportunidades que yo he tenido y porque cada día recuerdo que en este país hay 21 millones de ciudadanos que viven en la pobreza, somos percibidos como uno de los países más corruptos del mundo, más violento, más desigual, con más desplazados, líderes sociales y ambientales asesinados y un etcétera que realmente no me deja dormir tranquila. Porque no quiero que nadie tenga que volver a hacer campaña política arriesgando su vida detrás de escudos y con chaleco antibalas, como les ha tocado a Petro y a Francia Márquez.

Colombia necesita un verdadero cambio. Y el que proponen Petro y Francia no me asusta ni creo que representen un peligro para nuestra maltrecha democracia, cuyos cimientos tambalean hoy más que nunca con este gobierno-desgobierno de Duque. Sus propuestas contienen reformas necesarias para mejorar la calidad de vida de tantos colombianos que hoy sufren y que están en su derecho de exigir un mejoramiento de sus condiciones y oportunidades, y que de no atenderlos prontamente provocarán una explosión social inmanejable con efectos impredecibles.

Para el manejo de la economía, a mi juicio, Petro y Francia están bien asesorados y confío en que cada cambio se haga sin comprometer la estabilidad económica del país. Espero que su paso por la Alcaldía de Bogotá y los años posteriores, llenos de dificultades y persecuciones, le hayan enseñado a Petro, a escuchar de verdad esas voces diferentes.  Y me parece que su propuesta relativa a la transición energética tiene más puntos en común con el plan estratégico de Ecopetrol de lo que muchos piensan. 

Comparto también los principios y valores que ellos representan pues en el caso de Petro se ha jugado su vida denunciando la corrupción, y fue a partir de sus denuncias que se destaparon la parapolítica, chuzadas del DAS, falsos positivos, ODEBRECHT y el carrusel de la contratación. La lucha contra la corrupción no es gritar “voy a acabar con los corruptos” si no demostrarlo con hechos y datos y con el ejemplo.

Considero un tanto torpe esgrimir el pasado guerrillero de Petro para no votar por él, pues entregó las armas hace 32 años y desde entonces ha cumplido el compromiso firmado. Pepe Mujica también lo fue y hoy es innegable su liderazgo. No me cabe duda de que en un eventual gobierno del Pacto Histórico se respetará y mejorará la Constitución del 91 y que se implementarán los Acuerdos de la Habana, incluido el ejercicio de Memoria Histórica, iniciado por Gonzalo Sánchez y su equipo y que se ha puesto en alto riesgo en este gobierno en las peligrosas manos de Darío Acevedo. 

También sé que si ganan, no podrán cumplir todas sus promesas, estaré en desacuerdo con algunas de sus decisiones y manejos, pero le apuesto a un proyecto de país de largo plazo. Así como admiro a muchas personas de su equipo, no me gustan otras y no comparto los ataques viscerales de algunos petristas en las redes sociales, pero yo voy por un modelo de país y no por odios o amores de quienes están en esta campaña.

Soy una convencida de que cada cual debe votar por el que le parezca, y respeto profundamente esa decisión porque cada uno de nosotros ha tenido unas vivencias distintas, una educación, unas lecturas, un credo y unas costumbres diferentes que han ido forjando nuestro carácter y determinando nuestros principios y valores y con base en ellos votamos.

No pretendo convencer a nadie. Solo quiero compartir mis reflexiones y quizá le sirvan a alguien para confrontarse y reafirmarse o tal vez cambiar su decisión.

En lo que a mí respecta es la primera vez que en política me siento a gusto y con esperanza. Porque así no ganen Petro y Francia Márquez, considero que hay un proyecto colectivo de país, construido desde diferentes visiones, donde hay un profundo respeto por el elector a quien se le explica cada propuesta desde la razón y no desde la emoción.

Por este modo de hacer las cosas y por ese proyecto voy a votar y si no ganan, será para mí un sueño de país por el que vale la pena seguir luchando.